Fue campeón arriba del ring. Hoy, con veinte años más de recorrido, sigue demostrando que lo sigue siendo. Campeón de la vida.
Alberto "el negri" Sicurella volvió a a la ciudad de la que dice nunca haberse ido.
En diálogo con Jorge Recaite, el ex campeón argentino de boxeo, habló de su vida, de cómo llegó el boxeo a su vida, de lo que dejó atrás y de todo lo que tiene por delante.
Radicado desde hace muchos años en España, país al que llegó para escapar del corralito y en busca de poder afianzar su futuro, el negri se tomó el tiempo para visitar a la radio que lo bancó desde su época de amateur. Lo recuerda, y lo agradece con su característica humildad y sinceridad.
"Recién ahora, con el paso del tiempo, entiendo que hice cosas importantes dentro del boxeo", señala quien estuvo en la cima y jamás se la creyó.
“Yo me hice boxeador para salir de la gomería, quería una vida mejor. Nunca pensé en que iba a ser campeón”, confiesa sin vueltas. Y lo cierto es que su historia, hecha de sacrificio, lealtad y talento, lo llevó mucho más allá de sus propias expectativas.
“Hice una carrera de 63 combates en 9 años, cuando otros lo hacen en 20”, dice con una mezcla de orgullo y realismo. “No fui campeón por un fallo arbitrario. Los jueces me privaron de un triunfo que era mío y me quitaron esa forma de ver al boxeo como el deporte bonito que es”, lamenta, sin rencor pero con la verdad a flor de piel.
Su camino no fue fácil. “Para todo eso había que trabajar, entrenar, irme de Marcos Paz a la Federación. Fue una carrera difícil, en una época donde incluso el boxeo argentino de los 90 estaba en su esplendor”, recuerda. Y no es poca cosa: de sus más de nueve años como profesional, siete los pasó como campeón argentino.
Pero si hay algo que distingue a Sicurella no son solo los títulos, sino los valores que no negoció jamás. “Muchas veces intentaron seducirme algunos managers para que fuera boxeador de ellos. Tal vez hubiera sido campeón del mundo, pero yo no acepté porque significaba dejar afuera a quienes me habían bancado desde mis comienzos”, afirma. Y ahí, en ese gesto, está la verdadera corona que lo distingue: “Si yo iba a ser campeón del mundo, tenía que ser con ellos”.
Humildad, respeto y compromiso. Por eso, para muchos, el Negri Sicurella es —y será siempre— un campeón. No sólo por lo que hizo en el ring. Sino por cómo eligió vivir la vida.
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