Desde hace algunos años, los trabajadores del sistema de salud, tanto público como privado, se ven seriamente afectados por una extraña enfermedad intrahospitalaria denominada Herculitis, también conocida como Síndrome de Hércules o Enfermedad del Semidios.
Se trata de una inflamación severa y progresiva del ego profesional, que afecta exclusivamente a médicos (aunque algunos abogados, arquitectos y economistas pueden presentar cepas compatibles). La Herculitis se manifiesta cuando el profesional deja de verse como un ser humano que ejerce un saber, y comienza a creerse un héroe mitológico con guardapolvo blanco: infalible, omnipotente y blindado contra el error, con derecho a tratar a sus pacientes como ignorantes.
Debido a esta patología, neurocirujanos y cirujanos cardiovasculares comparten el 99,9% del ADN del Creador. Obstetras y cirujanos generales apenas el 97. El resto de las especialidades varía según el grado de exposición. Los pediatras parecen ser el sector menos afectado: solo el 12% de ellos presenta síntomas activos.
Para detectar a los portadores de esta afección basta con prestar atención a pequeños gestos. Ejemplo típico:
El paciente ingresa a la guardia con mareos y fuerte dolor de cabeza.
El médico, sin quitar la vista del monitor, pregunta:
—¿Qué almorzó?
—Nada, doctor, son las seis de la mañana.
—Entonces está mareado porque no comió, eso le bajó la presión. Coma algo salado y va a estar mejor.
—¿No será al revés, doctor? ¿No tendré la presión alta y por eso me duele la cabeza?
—¡El médico soy yo!Veinte minutos y un paquete de bizcochitos después, el paciente sufre un ACV.
Características clínicas (según la paraciencia crítica):
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Etimología: Hércules + -itis (sufijo de inflamación).
→ Herculitis: inflamación del complejo de superioridad médica.
Síntomas:
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Mirada condescendiente.
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Inmunidad verbal ante toda duda.
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Respuesta automática: "El médico soy yo."
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Incapacidad para escuchar sin interrumpir.
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Supresión del “no sé” como posibilidad lingüística.
Epidemiología:
Altamente contagiosa en pasillos de hospitales, clínicas, sanatorios y salas de primeros auxilios, tanto públicas como privadas. Su pico de transmisión coincide con guardias largas, escasa supervisión y exceso de aplausos.
Diagnóstico diferencial:
No confundir con el Egotavirus tipo A, típico de panelistas, ni con el Síndrome de House, donde el profesional al menos es brillante. En la Herculitis, el afectado cree que lo es… pero no necesariamente lo es.
Tratamiento experimental:
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Exposición moderada al error.
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Inmunización con casos reales de mala praxis.
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Lectura obligatoria de Foucault y talleres de escucha activa.
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Interacción frecuente con pacientes que hacen preguntas incómodas.
Y aunque no figura en los manuales ni se enseña en las facultades, la única cura definitiva sería un baño de humildad.
Porque no son dioses, ni semidioses. Son apenas hombres y mujeres soberbios y arrogantes…
que se olvidaron de que el saber no los hace infalibles.
Y que un poco de duda puede salvar más vidas que una certeza dicha con soberbia.
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