Los que habitualmente tomamos el "trencito", sabemos y padecemos las incomodidades a las que nos somete la estaciĆ³n Merlo.
Una plataforma que no solo quedĆ³ vieja sino ademĆ”s demasiado pequeƱa, genera amontonamientos y tumultos sobre todo cada vez que arriba una formaciĆ³n.
Personas que pujan por salir de la estaciĆ³n mientras otras esperan para poder subir al tren es una constante que se repite permanentemente
Es cierto, el ramal fue inaugurado en 1871 y la estaciĆ³n, lĆ³gicamente, fue pensada para la poblaciĆ³nde aquel entonces.
TambiĆ©n es cierto que en cada remodelaciĆ³n realizada no se tuvo en cuenta que la cantidad de pasajeros crece de manera exponencial.
Como si eso fuera poco, las demoras y las cancelaciones son mayores a los servicios que presta.
Si ademƔs de todas esas incomodidades, tenemos que agregarle el maltrato permanente de este individuo, estamos cocinados.
La foto no es muy clara, es cierto. Nos la sumunistrĆ³ un pasajero que la obtuvo a escondidas por "temor" a las represalias. Pero a pesar de la escasa claridad ya saben de quien hablamos.
Hace aƱos estĆ” allĆ. Generalmente desde el mediodĆa en adelante.
Parado detrƔs de los molinetes del andƩn del ramal Merlo - Lobos, este empleado de Trenes Argentinos parece tener como regla maltratar y prepotear a cuanto pasajero pueda.
No hace distinciones entre hombres, mujeres o adultos mayores. Y en una sociedad que permanentemente cambia el destinatario de la discriminaciĆ³n eso es un mĆ©rito.
Es difĆcil encontrar a quien no haya padecido sus malos tratos y su prepotencia. Hasta sus compaƱeros ferroviarios suelen pedir disculpas en nombre de "la empresa"
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