Sobresaltado desperté. Yo no sé si por divino designo de mi próstata o por otras cuestiones de la naturaleza, pero desperté con inmensas ganas de mear. Me levanté rápido, corrí hasta el baño que a esa altura estaba a considerable distancia, abrí el grifo, me lavé los dientes y sin peinarme abrí la puerta de calle y corrí.
Sí. Corrí, primero por la vereda. esquivé un perro, el negro que suele morder los garrones, salté el charco y crucé.
La vereda de enfrente está un poco más alta que la calle, unos 50 cm, me costó subir sin que se escapara el pichín. Y corrí, corrí y cada vez más rápido corría más lejos parecía estar.
Me crucé con Maximina, la vecina de mi viejo que murió hace años que me dijo: "a donde corrés loco e mier..." y no le di bola, porque está muerta y seguí corriendo.
Y también al cura. Al padre José que salía de "darle" consuelo a Mabel, la de enfrente que también está muerta (se ve que el cura lo hace como los dioses).
Y atravesé el boulevard, y lo ví a Roberto con Apolo charlar. Se que algo dijeron al pasar pero seguía corriendo.
Y no llegaba más, y pisé un charco y salpiqué a la gata. ¿Que hace Sylvestre tan lejos de casa?
Y corrí, corrí y corrí hasta que amanecí. Húmedo, mojado, frío y tibio.
¿Porqué antes de lavarme los dientes no hice pis?
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