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lunes, 9 de septiembre de 2024

Militando la Pobreza (Nosotros también tenemos un espacio corneta)


Motivadas por las nuevas corrientes ambientalistas europeas las clases medias argentinas han decidido dar un paso más allá en el cuidado del medio ambiente Sabido es que la basura domiciliaria, esa que a diario generamos todos los seres humanos, es un gran problema a la hora de su disposición final 

Atrás quedaron la separación de residuos, la generación de compost y el cultivo de los alimentos en pequeñas huertas orgánicas. 

Dejar de comer, es la nueva moda que se impone en los sectores medios de la sociedad, algo que ya vienen haciendo los invisibilizados (pero siempre a la vanguardia en estos temas) sectores populares. En un estudio reciente, la consultora Calla & Torga determinó que durante el primer semestre del 2024 la cantidad de residuos generados por la población argentina se redujo en un 63 por ciento. 

 Los datos, recientemente publicados, fueron recibidos con moderado entusiasmo por el gobierno nacional: "Aún debemos reducir la cantidad de residuos un 25 por ciento más", remarcó el vocero presidencial en rueda de prensa 

Al eliminar la ingesta de alimentos, se reduciría significativamente la producción de desechos orgánicos, que constituyen una gran parte de los residuos domiciliarios. Esto disminuiría la acumulación de basura en rellenos sanitarios y vertederos. 

 Además dejar de comer implicaría una disminución drástica en la demanda de productos alimenticios empaquetados, lo que a su vez reduciría la cantidad de plásticos, vidrios, y otros materiales utilizados para envasar estos productos. Esto ayudaría a reducir la contaminación por plásticos, que es un problema grave para los ecosistemas acuáticos y terrestres. 

Reducir el consumo de alimentos, también reduciría la necesidad de transporte y producción de estos, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la cadena de suministro alimentaria, desde la agricultura hasta la distribución y venta. 

No consumir alimentos implica menos demanda de agua, energía y otros recursos utilizados en la producción agrícola, ganadera y pesquera. Esto contribuiría a la conservación de los recursos naturales, muchos de los cuales son limitados y están bajo presión por la demanda global. Y por supuesto generaría más excedente de los comodities exportables. 

 La reducción en el consumo alimentario disminuiría la necesidad de producción en masa, lo que a su vez reduciría los residuos generados en las etapas de producción y procesamiento de alimentos, como fertilizantes, pesticidas, y desechos de animales. 

Si vamos a militar la pobreza, hagámoslo en serio.

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