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domingo, 28 de julio de 2024

El colorado Baxter”

Por Martín Arroyo // 

El colorado Baxter es gigante. Se mueve despacio, con gracia de oso, si es que los osos tienen alguna  gracia. Piensa siempre en que hubiera pasado de haber hecho lo que no hizo. Eso no lo pone en conflicto. Reflexionar nunca está de más.

 Es un hombre de vida irreprochable; tiene sobrada valentía para ser jodido, pero elige ser lo que es. Prueba de esto, es que no se enorgullece de su bondad; la ejercita en cada detalle cotidiano. El pelado Yáñez, en una inusual declaración de principios, me dijo que es la única persona a la que sería injusto hacerle daño. Lo que no puedo perdonarme, confesó el pelado, es que no encuentre argumentos para desalentar su esperanza. 

Una tardecita, en el Piccolo, antes de que llegara el resto de los raros, el colorado extendió sobre la mesa su alma entristecida. Raquelita, por aquel entonces su compañera desde hacía quince años, disimulaba el germen de un enojo. Todo un mimbre Raquelita; de una pequeñez tal, que de solo pensarla dentro del abrazo de Baxter uno la imagina hecha pedacitos.  Tranquiliza saber que a ella la reconstruye, le junta los añicos, le sana las heridas vengan de donde vengan. 

La preocupación del colorado se centraba en la evidente incapacidad de Raquelita para enojarse lo suficiente cuando tenía toda la razón para hacerlo. Por eso no pidió perdón. Solo Baxter es capaz de alentar su propio perjuicio por el bien de otros. Fue así que Raquelita explotó en gritos e insultos como nunca antes lo había hecho. Precisamente en ese momento, el gigante la abrazó con ternura y le dijo ¡Al fin pudiste mi amor!

Al día siguiente por la tarde, los vi tomando helado en la puerta de su casa. Hasta a mí me emocionó verlos compartir el pote y la cuchara. El colorado se había comprometido a cobrarle al mono Gómez una deuda de vieja data. No era bueno desentenderse de lo propio cuando estaba pendiente terminar la pared medianera del fondo de la casa. Los vecinos consideran que fue un exceso quebrarle a alguien dos dedos de una mano  para cobrar una deuda. Otros opinan que por tratarse del mono, todo acto de violencia es justificado. No coincido con ninguna de las dos posturas. Sólo pienso en lo que un hombre es capaz de hacer por amor.

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