Siempre he creido que las arañas saben de nuestra presencia pero se hacen las boludas. En principio, al menos por ahora, no estamos incorporados en su menú de rutina.
El loco Dedello insiste con la lectura de "Lo neutro". Aquello que desbarata el paradigma me dijo un dĆa mirando por sobre mi hombro y hasta que no intentĆ©, aunque sin comprender demasiado, leer el libro, la frase me hizo sentir el mĆ”s ignorante de los mortales y de los finados, tambiĆ©n.
El viejo RodrĆguez duerme hoy sin interrupciones y ronca suave y armoniosamente. Sólo un sueƱo del viejo nos fue develado.
Si existe un coleccionista de estos episodios, es posible que lo recuerde. El viejo es tan metódico en su vida cotidiana, que tal vez siempre sueñe lo mismo. Creo que lo hace para que un detalle antes obviado le abra el camino de la comprensión.
El mirlo Gómez repasa el universo para mi incomprensible de su planilla de resultados quinieleros. Hace y rehace sus cĆ”lculos, intenta confeccionar la estadĆstica, sueƱa con que se pueda develar el truco. SĆ© que en desde su mutismo canta silencio en la noche. El que peor la pasa es el tano Richetti.
El necesita escuchar, asentir, meter un comentario. Con sólo mirar al bolichero que hace cuentas en el mostrador, sabe que su primer ginebra llegarÔ a la mesa. Eso es lo que pasa y se desiluciona. Clama por al menos una palabra.
Yo los observo a todos. De hecho, esta descripción responde a eso. Soy apenas un fisgón. Un recolector de historias ajenas para ver si en una ellas encuentro la mĆa.
Sonrisas, enojos, dudas, frustraciones y hasta alguna esperanza peregrina. Todo trenzado sonando desafinado para improvisar ajenas sinfonĆas. Loa veo y entiendo que esta vida casi vacĆa estarĆa totalmente deshabitada si no fuera por ellos. Sus miserias y virtudes. Esa suma de soledades que se emparchan de apuro, desprolijamente, crearon la caterva.
Gracias muchachos, si no me hubiera incomadado el silencio, no hubiera asistido al rito de la amistad. Justo a tiempo.
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