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miƩrcoles, 5 de febrero de 2025

Genocidio de Clase

De la Revista A32 Premium

La falsa tapa de este nĆŗmero es una suerte de rĆ©quiem.  

Amparado en la impunidad que le otorga una sociedad de mayorĆ­as indolentes, el gobierno nacional, encabezado por una suerte de dictador posmoderno, pretende, lenta y abiertamente, asesinar cuantos derechos hayan conquistado los sectores populares.  

Este mesiĆ”nico populista, dueƱo de dudosas capacidades intelectuales, ha dado rienda suelta a sus mĆ”s rancias perversiones con el Ćŗnico propósito de satisfacer una libido que deberĆ­a ser analizada profundamente. 

Solo asĆ­ quienes habitamos este paĆ­s podremos gozar de las garantĆ­as necesarias para que nuestra seguridad personal y nuestra intimidad no sean violadas bajo alguna absurda justificación. 

Mientras su reciente discurso en el Foro Económico de Davos da cuenta de todo ello, las similitudes semiológicas con algĆŗn dictador de los aƱos 30 son por demĆ”s elocuentes.  

La intencionalidad de subsumir a la Argentina en un Estado policial tambiĆ©n.  

La adaptación de la legislación civil, tributaria y penal argentina al modelo estadounidense es un faro cada vez mĆ”s visible en el horizonte de la anacrónica derecha argentina.  

Los cipayos del poder aspiran a concretar el sueƱo que los desvela: recuperar los privilegios que la Revolución del Parque puso de manifiesto y que los gobiernos de Yrigoyen primero y Perón despuĆ©s comenzaron a erradicar en beneficio de la clase trabajadora argentina. 

En este contexto, la oligarquĆ­a goza, la clase un cuarto mendruguea, los pobres la yugan y sufren el estigma de ser "los responsables del fracaso de los sectores medios". 

El genocidio contra los derechos enunciados en el artĆ­culo 14 bis no podrĆ­a ser posible sin que los sectores que viven como pobres y piensan como ricos oficiaran de guardianes de privilegios ajenos.  

La incitación a convertir a la Argentina en un coto de caza, que desciende desde los mercachifles del poder, advierte que nadie estĆ” a salvo en esta tierra.  

Primero serĆ”n los zurdos de mierda, luego los homosexuales, travestis, lesbianas y trans. MĆ”s tarde, quienes adhieran a la ley de aborto, e irĆ”n por las docentes que estĆ©n de acuerdo con la ESI, en una especie de macabra reescritura del viejo poema de Bertolt Brecht. 

La aniquilación de los derechos laborales estĆ” a la vuelta de la esquina. Y dos metros mĆ”s adelante, la de todas las garantĆ­as individuales.  

En el discurso oficial, la flexibilización laboral se vende como sinónimo de modernización.  

La precarización, enmascarada bajo el eufemismo de "modernización", no es ni mĆ”s ni menos que la pĆ©rdida absoluta de todo derecho laboral enunciado en el artĆ­culo 14 bis.  

El sueƱo de un presente próspero para los trabajadores se diluye en jornadas interminables, sueldos de miseria y un horizonte cada vez mĆ”s incierto.  

La promesa de un futuro mejor "desaparece" solo al mencionar el axioma bĆ”sico de toda existencia: sin presente, no hay futuro.  

La eliminación de las indemnizaciones por despido, celebrada y aplaudida por un ejĆ©rcito de marsupiales sociales, no es otra cosa que la transformación del sujeto de derecho en un recurso tan descartable como el papel higiĆ©nico.  

A esto se suma la reducción de aportes jubilatorios y la eliminación de beneficios sociales bajo el argumento de "aliviar cargas para los empleadores", lo que aniquila toda perspectiva.  

En la prĆ”ctica, esto significa trabajadores con menos seguridad para su vejez y sistemas previsionales desfinanciados.  

Para colmo, la "simplificación administrativa" se usa como justificativo para multiplicar la informalidad: contratos basura, monotributistas forzados y empleados sin derechos bĆ”sicos.  

De esta forma, el trabajador deja de ser empleado para transformarse en un simple prestador de servicios que deberĆ” "competir en el mercado" con otros prestadores del mismo rubro.  

La eliminación de los convenios colectivos de trabajo, del salario mĆ­nimo, vital y móvil, la extensión de la jornada laboral hasta el lĆ­mite de la resistencia del trabajador, la ausencia de vacaciones y jornadas de descanso, la falta de sindicalización y la imposibilidad de ejercer el derecho a huelga son las vueltas de rosca que le faltan al ajuste.  

AsĆ­ las cosas, una secretaria ejecutiva trabajarĆ” desde su casa para tantos "patrones" como le sea posible, sin garantĆ­as ni estabilidad.  

Estamos en la antesala de una nueva forma de esclavitud. Una en la que el esclavo alienta, alimenta, festeja y hasta impulsa nuevas formas de ser esclavizado.  

La llave la tenƩs vos.


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