En los pasillos donde la polĆtica se murmura antes de anunciarse, suele repetirse una frase que ya parece sentencia: “la próxima intendencia debe ser mujer”. No se dice con convicción ideológica ni como bandera de paridad conquistada, sino como exigencia coyuntural, casi una imposición de Ć©poca mĆ”s que una valoración genuina de las capacidades individuales de las referentes que hoy pujan por ese lugar.
En ese escenario, un nombre empieza a imponerse por encima del resto: Marina Salzmann. La concejal, hija del exintendente y hoy dirigente del Frente Renovador, aparece como la Ćŗnica con respaldo explĆcito de la superestructura polĆtica para suceder a Curutchet. Y no de cualquier padrinazgo, sino del propio Sergio Massa, figura central en el armado de Fuerza Patria.
Su desembarco en la lista de diputados nacionales —tras renunciar a su candidatura a senadora provincial por la Primera Sección— podrĆa leerse como un gesto menor, un lugar testimonial en un armado de nombres.
Pero la proyección nacional imprime otra gravitación a su figura. Salzmann se corre del margen local para colocarse en el centro de un tablero mÔs amplio, donde el poder se cocina con otros tiempos y otros ingredientes.
Salzmann avanza con paso lento, firme y silencioso. Sus movimientos no generan estridencias, pero acumulan peso. La crĆtica solapada al oficialismo local refuerza su perfil de alternativa, mientras el guiƱo nacional de Massa le asegura proyección mĆ”s allĆ” de las fronteras del distrito.
No se trata, aĆŗn, de candidaturas concretas para 2027. Falta demasiado para escribir nombres definitivos en la grilla electoral, mĆ”s aĆŗn cuando todavĆa resta saber quien se quedrĆ” con las elecciones de medio tĆ©rmino.
Pero el andamiaje provincial de Fuerza Patria comienza a ordenar las piezas con lógica de ajedrez, y el casillero de Marina aparece mejor posicionado que otros para el próximo movimiento.
El dato polĆtico es claro: mientras varias referentes pierden terreno, la figura de Salzmann crece. Lo hace sin necesidad de grandes discursos ni rupturas pĆŗblicas, sino con el capital mĆ”s valioso en tiempos de incertidumbre: la expectativa de poder.
En definitiva, “la elegida” no parece ser solo una consigna repetida en los pasillos, sino la traducción de un proceso mĆ”s profundo. El futuro del municipio aĆŗn estĆ” en disputa, pero el presente ya reconoce que Marina Salzmann juega con ventaja en la carrera que se avecina.



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